Tratamiento de la dermatitis atópica
Especialistas en dermatología clínica
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La dermatitis atópica, también conocida como eccema atópico, es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que provoca síntomas como sequedad, enrojecimiento, picor intenso e irritación cutánea. Se trata de una de las formas más comunes de eccema y puede afectar tanto a niños como a adultos, aunque es especialmente frecuente durante la infancia.
Este tipo de dermatitis está relacionada con una alteración en la función de la barrera cutánea, lo que hace que la piel pierda más agua y sea más vulnerable a agentes irritantes, alérgenos y microorganismos. Como resultado, la piel se inflama con facilidad y aparecen brotes o crisis que pueden mejorar o empeorar a lo largo del tiempo.
Aunque la causa exacta no siempre es clara, se sabe que existe una importante predisposición genética, y que en muchas ocasiones las personas que la padecen también pueden tener antecedentes personales o familiares de otras enfermedades atópicas, como la rinitis alérgica o el asma.
La dermatitis atópica no es contagiosa, pero puede afectar de manera significativa la calidad de vida de quienes la padecen, especialmente si no se recibe un diagnóstico adecuado y un tratamiento personalizado. Por eso, es importante consultar a un dermatólogo especializado que pueda recomendar el enfoque más adecuado según las características de cada paciente.
El tratamiento de la dermatitis atópica tiene como objetivo principal reducir la inflamación, aliviar el picor y restaurar la función de la barrera cutánea para evitar nuevos brotes. Dado que se trata de una enfermedad crónica, el manejo suele combinar distintas estrategias que se adaptan a cada paciente según la gravedad de los síntomas, la edad y las zonas del cuerpo afectadas.
Cada paciente presenta un cuadro único, por lo que es fundamental contar con la valoración de un dermatólogo especializado en eccema. Un abordaje personalizado permite identificar los desencadenantes, ajustar el tratamiento y educar al paciente en el cuidado diario de su piel, lo que contribuye a mejorar la calidad de vida y a mantener los brotes bajo control.
Es recomendable acudir al dermatólogo siempre que existan síntomas de dermatitis atópica, especialmente si el picor es intenso, las lesiones empeoran con el tiempo o no mejoran con los cuidados habituales de la piel. También es importante consultar si las zonas afectadas presentan signos de infección (como enrojecimiento más intenso, supuración o dolor), o si los brotes son recurrentes y afectan a la calidad de vida, al sueño o al bienestar emocional. Un especialista puede ofrecer un diagnóstico preciso y diseñar el tratamiento más adecuado para controlar la enfermedad y prevenir complicaciones.
No, la dermatitis atópica no es contagiosa. Aunque pueda generar dudas por el aspecto de la piel durante los brotes, esta enfermedad no se transmite de una persona a otra. Se trata de una alteración inflamatoria con base genética, relacionada con una disfunción de la barrera cutánea y una respuesta inmunitaria exagerada frente a ciertos factores ambientales. Por ello, el manejo se centra en el control de los síntomas y la prevención de los desencadenantes, no en evitar el contacto con otras personas.
Aunque son enfermedades inflamatorias de la piel, se diferencian en su origen, síntomas y tratamiento. La dermatitis atópica suele provocar picor intenso, sequedad y enrojecimiento, con lesiones que pueden supurar en las fases agudas. Por su parte, la psoriasis se caracteriza por la presencia de placas rojizas cubiertas por escamas blanquecinas y, por lo general, no causa picor tan intenso como el eccema.
Otra diferencia importante es que el eccema suele aparecer en la infancia, mientras que la psoriasis puede manifestarse a cualquier edad, aunque es más frecuente en adultos jóvenes. Dado que el tratamiento y el manejo son distintos en ambas enfermedades, es fundamental contar con el diagnóstico de un dermatólogo especializado para identificar correctamente el tipo de afección y aplicar el tratamiento más eficaz.